El relato y los hechos

Tertulianos y todos los políticos, a excepción de los socialistas, se esfuerzan en construir un relato, en el que indefectiblemente el culpable de que haya nuevas elecciones es Pedro Sánchez. No me interesa el relato, me interesan los hechos. Y el hecho es que no habrá investidura, porque nadie votó en julio al candidato y nadie está dispuesto a votarlo en septiembre.

Cada cual que busque las justificaciones que quiera, el hecho es que el único candidato del único partido que podía reunir los votos suficientes para ser investido no los ha reunido. No se puede hacer responsable de no ser investido al único que podía serlo y que se ofreció para ello en julio.

No tengo nada que decir en el caso de la derecha, a quien unas nuevas elecciones sólo le pueden beneficiar, pues las anteriores ya las perdió. Se podrá hablar de falta de sentido de Estado, de inmadurez política, de lo que se quiera, pero el Partido Popular sólo tiene algo que ganar, al menos a corto plazo, en unas nuevas elecciones. Otra cosa es Ciudadanos y también VOX, que podrían perder algo. En tanto que derecha, no obstante, no tienen nada que perder, ya lo perdieron el 28 de abril.

Pedro Sánchez no ha reunido los votos afirmativos para la investidura, que sólo podían llegar desde la izquierda, porque no ha querido pagar el precio que se le pedía por esos votos afirmativos. El precio lo puso Pablo Iglesias: coalición de gobierno o nada. Después de rechazar una coalición en julio, que le pareció poco importante, el PSOE se ha negado a aceptar nuevos pactos de coalición y Podemos en ningún momento ha querido negociar un pacto de gobierno. Echad las culpas a quien queráis, pero en la investidura el que ha perdido ha sido Pedro Sánchez, que se queda sin ser Presidente de Gobierno. Ya veremos quién pueda sucederle.

De todo este proceso, más desalentador que el otro, si cabe, sólo me queda una preocupación o curiosidad intelectual: ¿cuál es la razón por la que Pablo Iglesias y Podemos han actuado como lo han hecho? Y no me refiero sólo al sentido del voto, me refiero al método: tomar siempre la iniciativa, arrebatándosela a aquel a quien correspondía, y hacerlo en sentido maximalista, sin dar posibilidad alguna a salidas diferentes. Y me refiero a las formas, al lenguaje incendiario en las redes, en los medios y en las Cortes, sobre todo en las Cortes.

Aunque algunas veces me viene a la cabeza aquel «programa, programa, programa» de Julio Anguita en la época de la pinza con Aznar, enseguida rechazo la idea, porque la realidad actual no tiene ningún parecido con el penúltimo quinquenio del siglo pasado. De modo que sólo una cosa conserva para mí alguna lógica: si se prefiere ir a elecciones inmediatas, antes que pactar un programa, programa, programa, sólo el fantasma de Más Madrid lo puede explicar. Podemos prefiere ir a unas nuevas elecciones antes de que lo que ocurrió en mayo en Madrid pueda repetirse en el resto de España. Sería el fin de Podemos. Por ahora, sólo ha sido el fin de EQUO y de Izquierda Unida, que han dado muestras de su insignificancia al no tener ni voz ni voto en todo el proceso. Daba lástima ver cómo eran ninguneadas por el líder.

Marcelino Flórez

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